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Los partidos han defraudado a la sociedad mexicana.
Algo ha pasado en México que ahora los ciudadanos son un poco más comprometidos con la Política. Los partidos políticos y sus representantes desgastaron en los últimos años el arte de la política, a tal grado que en México se llegó a un hartazgo. Este repudio a la forma de administrar el Estado, fue visto en los votos nulos que alcanzó 5.39 %-según informó el consejero electoral Alfredo Figueroa-, y el abstencionismo alcanzó un 55.32 %.
Gracias a la toma de conciencia de muchos ciudadanos que fueron afectados por la corrupción, la narcopolítica y el secuestro; organizaciones como México Unido Contra la delincuencia, el Movimiento ciudadano del señor Martí y muchos más, la participación en la política se volvió más crítica hacia los partidos políticos y sus representantes.
Los partidos políticos cayeron en las trampas del hambre por el poder, las intrigas internas y la soberbia de algunos líderes.
Los partidos han defraudado a la sociedad mexicana y el mensaje está dado. Se le dio el voto otra vez al PRI en el Congreso, pero hay que leer este dato con cuidado: No han votado la mayoría de los ciudadanos. Si hacemos cuentas, del 100% de los votos, repartidos entre el abstencionismo, el voto nulo y el voto a los partidos, el PRI va a gobernar con menos del 12 % de los votantes registrados en el padrón electoral. Ninguno de los partidos en el congreso tiene la aprobación mayoritaria de la ciudadanía. Tienen que volver a renovar la forma de hacer política. Escuchar a la ciudadanía es fundamental en la democracia de un país. Por mucho tiempo los políticos se escucharon a ellos mismos y a intereses muy personales. La ciudadanía les ha dado una lección. Esperemos la aprendan.
México necesita una Reforma del Estado en el que se pongan de acuerdo los Partidos políticos, la sociedad y los demás sistemas sociales como las iglesias, la familia y los medios de comunicación. La reforma del Estado debe tomar en cuenta los Valores Morales como fundamento de una nueva sociedad Mexicana.
Si se quiere madurar en la democracia, en México se debe optar por una reforma del Estado donde todos los sistemas sociales participen. El sistema de partidos es importante para la democracia, pero cuando éstos buscan sólo sus intereses pueden llevar a la sociedad a la apatía. Son necesarios también los otros sistemas sociales.
Es necesario entrar en un diálogo con nosotros mismos como nación y la Reforma del Estado debe incluir una reforma cultural. Se trata de un cambio de actitud en nuestras interacciones sociales. Todos somos necesarios en esta Reforma. No podemos excluirnos o excluir a nadie. Los liberales no deben excluir a los conservadores y viceversa. La capacidad de llegar a acuerdos demuestra el nivel de madurez de una democracia. Son necesarios los del centro como los otros polos de la política.
La política Mexicana entró en un nivel de corrupción que llevó al Estado a una pérdida de valores donde el interés personal se antepuso a la búsqueda del bien común y a la justicia social. Si el Estado debe ser el que cuida del ciudadano, ahora el Estado se volvió un enemigo, porque no sabes de quién cuidarte: los servidores públicos buscan su propio bien, los policías protegen al narco, los políticos defienden sólo sus intereses o los de su partido.
La economía a nivel mundial (administrada por especuladores sin escrúpulos ni moral), ha llevado a que millones de pobres vivan en la miseria a tal grado que se temen guerras mundiales por hambre. La ONU advierte que con la crisis económica mundial los objetivos del milenio no se cumplirán. Estamos en un riesgo latente a nivel mundial. Por lo tanto si el Estado Mexicano no une sus fuerzas para entrar en la crisis global con unidad y justicia social, no podremos afrontar los problemas sociales de los próximos 50 años: Hambre, guerras, crisis económica y cambio climático. No es suficiente una macroeconomía estable-como dijo Felipe Calderón- es urgente la justa distribución de la riqueza, es decir, se trata de justicia social y el Estado es el que debe resguardar los derechos de los más débiles frente a los más fuertes. ¿O usted qué opina?
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