viernes, 24 de julio de 2009

La libertad de expresión en México


POR MONS. JOSÉ LUIS DIBILDOX MARTÍNEZ VIERNES, 17 DE JULIO DE 2009

Una inquietud del pueblo mexicano y en especial de los que trabajan en los medios masivos de comunicación social ha sido la libertad de expresión.
Es un derecho humano fundamental que consiste en la libertad de expresar, recibir y difundir las opiniones, pensamientos e informaciones por cualquier medio posible y sin otro límite que no sean los derechos de tercero, la protección de la seguridad nacional, el orden, la salud o la moral pública.
Estos límites deben de quedar establecidos en las leyes y no deben de quedar a criterio de los funcionarios o autoridades públicas. Este derecho abarca: la libertad de opinión, libertad de pensamiento, libertad de imprenta o prensa, el derecho a buscar y recibir información.
El Episcopado Mexicano, en su carta pastoral “Del encuentro con Jesucristo a la solidaridad con todos” dice sobre la libertad de expresión como una tarea muy importante:
“Orientar éticamente el servicio de los medios de comunicación, para que comprendan que su misión de informar, educar y entretener debe, por su propia naturaleza, servir a la dignidad de las personas y a la preservación e incremento de la cultura nacional. Es preciso que exista una normatividad básica para que el derecho a la libertad de expresión no lesione los derechos de las personas y de la comunidad” N° 296
En el caso de la libertad de expresión en México, vemos varios hechos que la afectan:
• Impunidad a los funcionarios que violan los derechos a la libertad de expresión.
• Incremento en los ataques a periodistas, posiblemente por agentes gubernamentales y la delincuencia organizada.
• Concentración de los medios de comunicación electrónicos.
• Falta de instituciones adecuadas para la defensa de este derecho.
• Criterios judiciales restrictivos de la libertad de expresión u otros problemas denunciados por comunicadores sociales, intelectuales, organizaciones nacionales e internacionales.
Aunque el panorama a corto plazo no es esperanzador, es necesario que se tomen las medidas legislativas, ejecutivas, e incluso judiciales, a mediano y largo plazo, que puedan detener este retroceso en una de las libertades fundamentales para el desarrollo democrático.
En este contexto, la existencia de medios independientes y publicaciones de sectores diversos de la sociedad civil, académica y de divulgación, ajenas a las entidades gubernamentales o a los grandes grupos mediáticos, hoy día se torna vulnerable por la falta de regulares ingresos publicitarios, pese a abordar temas de indudable aporte social, político y cultural.
De hecho, frente a la hegemonía de los grandes medios de comunicación y de los principales grupos de poder político en México, este tipo de foros representan una mirada crítica y alternativa a nuestra realidad política, cultural y económica.
En ese sentido, el Estado mexicano tiene la responsabilidad de garantizar el respeto y el fomento del derecho a la información de los ciudadanos mediante los recursos jurídicos a su alcance para así evitar que se vulneren los propósitos de toda democracia: la pluralidad ideológica, la participación social, el debate razonado y, ante todo, el ejercicio crítico y responsable de las libertades de expresión e información.

Los medios masivos de comunicación social impactan cada vez más en la formación de criterios y elementos de juicio, costumbres y estilos de vida. Por ello son creadores de cultura. Son, como decía el Papa Juan Pablo II “el primer areópago del mundo moderno”, que unifica y transforma a la humanidad. Deben también colaborar en la educación para la democracia, y su responsabilidad es proporcional a la influencia que poseen.
En la Carta Pastoral citada, los obispos dicen que cuando los medios de comunicación exaltan la violencia, el desorden social o cuando colaboran unilateralmente con un solo tipo de propuesta política o económica, traicionan su compromiso con la construcción de una sociedad más plural, sanamente crítica y capaz de trabajar a favor de los cambios que necesita México. (ib. 384)
Por ello, es necesario que los comunicadores sociales fortalezcan aquellos valores que les permitan servir a las personas, favoreciendo sus derechos y su libertad. Así mismo, es indispensable que cuiden su independencia respecto a cualquier instancia de poder político y económico que pueda limitarlos en su imparcialidad y transparencia. (ib. 385)
Los obispos aprecian y animan la colaboración de los fieles laicos dentro de los medios de comunicación como muy urgente porque así lo reclama el deber de anunciar a Jesucristo, y para que cumplan eficazmente con su vocación de afirmar en el mundo los valores del evangelio de un modo secular y con competencia profesional.
La libertad de expresión implica una formación permanente del comunicador, y tener una gran sensibilidad que le permita captar las necesidades, angustias y miserias de nuestro pueblo, para colaborar con sus aportaciones, en la construcción de un México mejor. A este respecto, los obispos nos dicen en la carta ya citada:
“Somos conscientes de que los años futuros exigen un esfuerzo particular para consolidar un camino donde el Estado sirva a la Nación, y ésta preserve su identidad reconociendo con claridad y sin polarizaciones la historia patria y sus valores. Por ello, llamamos a todos los ciudadanos a trabajar con responsabilidad y entusiasmo por un México más unido, más democrático y con más oportunidades de participación para todos.
Nuestra fe en Jesucristo nos invita a conseguir los consensos que nos permitan la unidad en los grandes criterios iluminadores que nos lleves a alcanzar el país que queremos para todos. Más aún, debemos poner los cimientos sólidos que nos lleven a conseguir la unidad dentro de la legítima diversidad de nuestra gran Nación. Es preciso trabajar permanentemente a favor de ello. Dios espera una respuesta generosa por parte de todos nosotros por los dones que gratuitamente nos ha concedido a través de la historia”. Ib. 304 y 305)
+ José Luis Dibildox Martínez
Obispo de Tampico

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