lunes, 18 de mayo de 2009

MENSAJE DEL OBISPO FELIPE PADILLA


MENSAJE PASCUAL DEL OBISPO DE TEHUANTEPEC
RELACION EXISTENCIAL CON CRISTO RESUCITADO

Muy estimados lectores de este boletín diocesano, no necesitamos salir fuera o lejos de nuestra casa o comunidad, para sentir el agobio de crisis por todas partes: crisis económica generalizada, crisis de salud que quiere convertirse en epidemia, crisis de valores civiles, políticos, religiosos. Esta carga negativa al aumentar su peso parece imposible sobrellevarla y sobre todo superarla. Hoy los invito a que busquemos la verdadera causa o núcleo que nos explique claramente en dónde estamos y sobre todo cómo encontrar una salida airosa y llena de esperanza a nuestra situación actual.

En todo ser humano hay tres elementos importantísimos que lo constituye en su manera de vivir: la Cultura, expresión vital de toda comunidad y ser humano en el aquí y hoy de su existencia, la Ética o manera propia de vivir los valores más fundamentales de todo ser humano, y la Religión que es la base y el motor de los dos componentes anteriores.

Hoy se habla que estamos viviendo una crisis de nuestra cultura, una crisis de nuestros valores más fundamentales. Con estos diagnósticos, juzgo que no estamos tocando el elemento más importante de nuestro ser, porque hoy por hoy, estas manifestaciones que estamos viviendo tienen su raíz explicativa y su firme sostén, en que estamos viviendo más bien una CRISIS DE RELIGIÓN, que se manifiesta claramente en nuestras vivencias culturales y de maneras propias de actuar. Por consiguiente, si queremos sanear radicalmente las crisis de nuestra cultura y de nuestros valores de conducta, tenemos que enfrentarnos a diagnosticar y a ver claramente cómo estamos viviendo el principio fundante de ellas, de nuestra vida, nuestra Religión, cualesquiera que sea.

Y para sanear, para enriquecer existencialmente nuestra crisis de religión que evidentemente estamos viviendo, lo único que puede sanearla y mejorarla es que valientemente y con firme decisión revisemos cómo está nuestra relación fundante con Aquel que perdona todo, con Aquel que nos levanta donde estemos, con Aquel que nos hace vivir con la dignidad más grande que puede haber en la tierra, no únicamente de una manera personal, sino sobretodo comunitaria, es decir, tenemos que darle la máxima importancia en nuestra vida, a nuestra relación fundante con este Ser que realiza eficazmente, y lo quiere hacer, Jesucristo. Él cual murió por todos, pero que ahora realmente está vivo, está resucitado y quiere no únicamente darle vida y riqueza a nuestro comportamiento religioso, sino que quiere positivamente que esta vida y riqueza se comuniquen a nuestras culturas y a nuestros valores más importantes. Y así nuestro ser se sienta completo, lleno de sentido presente y futuro.

Muy queridos lectores, esta revisión y enfrentamiento a cómo estamos viviendo nuestra vida religiosa es algo que únicamente nosotros de una manera personal y comunitaria, tenemos que realizar a diario, claro si queremos de una manera maravillosa quitarnos de encima tanto agobio que nos aplasta y, principalmente encontrarle pleno sentido a nuestra vida, respirando confiadamente el aire, la confianza y el amor que únicamente Cristo nos otorga y nos invita a vivirlo con Él.

¡Un mundo sin Cristo, es un mundo sin esperanza!


+ Felipe Padilla CardonaObispo de Tehuantepec

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