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DIOS TAMBIEN ESTÁ EN LA CÁRCEL
SIGNOS DEL REINO EN RECLUSORIO DE TEHUANTEPEC
Reflexiones sobre la pastoral penitenciaria por Pablo Riek
PRESENTACIÓN
Como cristianos, partimos de la convicción de que la cárcel no debería existir, por la misma razón que no debería existir el divorcio: lo que Dios nos ha dado-- en este caso la libertad-- que no lo quite el hombre.
Sin embargo, las cárceles son una realidad. Ante esto, podemos echar mano de la experiencia carcelaria del antiguo Pueblo de Dios y de la primitiva Iglesia. Una buena parte de la Biblia fue escrita desde la cárcel o el exilio. ¿No será que hoy también habla Dios en el caminar de su Pueblo encarcelado? ¿No será que el Reino está brotando hoy en los penales?
Desde 1999, un equipo de Pastoral Penitenciaria Católica anima la construcción de una comunidad cristiana dentro del Reclusorio Regional de Tehuantepec, Oaxaca. Esta comunidad se ha vuelto un espacio alternativo donde los internos pueden redescubrir su dignidad, desarrollar sus dones y aprender a trabajar en equipo. Cada año la comunidad elige un “Consejo de Servidores”, encargándose cada integrante de un servicio específico. A través de esta organización se responde a las necesidades espirituales y humanas de la comunidad y se preparan a los internos como líderes que sirven a la comunidad. Poco a poco esta comunidad está encontrando sentido a su dura experiencia de reclusión, y está encontrando también su voz.
Muchos preguntarán, parafraseando a Natanael: “¿De la cárcel puede salir algo bueno?” A lo que contestamos, como Felipe: “Ven y lo verás.”[i]
EL RECLUSORIO DE TEHUANTEPEC: UN EXPERIMENTO SOCIAL
El Reclusorio Regional de Tehuantepec, Oaxaca, no es un reclusorio común y corriente. Como cualquier grupo marginado, los internos han luchado por transformar su situación, organizándose para responder a sus necesidades básicas y construir una comunidad. La Iglesia les acompaña en su lucha. Gracias a la intervención del entonces Obispo Diocesano, Mons. Arturo Lona Reyes, desde hace unos años se permite a las familias de los internos pasar mucho tiempo adentro todos los días. Así que además de los más de 400 internos, en cualquier día hay más de 100 familiares en el reclusorio. Por otro lado, aunque los internos están divididos por sectores (mujeres, hombres, procesados, sentenciados, fuero federal, fuero común), las rejas que dividen los sectores quedan abiertas todo el día y solo se cierran por la noche. Todo esto permite la libre circulación de internos y familiares dentro del penal. Hay tiendas de abarrotes, comedores, taquerías, paleterías, etc. La presencia de niños dentro del penal ayuda mucho a tranquilizar el ambiente; el nivel de violencia es relativamente bajo. (Claro que a los niños les afecta estar allí; es difícil para ellos tener que ver y oír y oler lo que hay en una cárcel.) Hay un ambiente comunitario que no existe en otros penales. ¡En ningún lado se celebran con más alegría las Posadas! ¡En ningún lado se celebra con más fervor el Vía crucis viviente!
CONTINUARÁ…..
SIGNOS DEL REINO EN RECLUSORIO DE TEHUANTEPEC
Reflexiones sobre la pastoral penitenciaria por Pablo Riek
PRESENTACIÓN
Como cristianos, partimos de la convicción de que la cárcel no debería existir, por la misma razón que no debería existir el divorcio: lo que Dios nos ha dado-- en este caso la libertad-- que no lo quite el hombre.
Sin embargo, las cárceles son una realidad. Ante esto, podemos echar mano de la experiencia carcelaria del antiguo Pueblo de Dios y de la primitiva Iglesia. Una buena parte de la Biblia fue escrita desde la cárcel o el exilio. ¿No será que hoy también habla Dios en el caminar de su Pueblo encarcelado? ¿No será que el Reino está brotando hoy en los penales?
Desde 1999, un equipo de Pastoral Penitenciaria Católica anima la construcción de una comunidad cristiana dentro del Reclusorio Regional de Tehuantepec, Oaxaca. Esta comunidad se ha vuelto un espacio alternativo donde los internos pueden redescubrir su dignidad, desarrollar sus dones y aprender a trabajar en equipo. Cada año la comunidad elige un “Consejo de Servidores”, encargándose cada integrante de un servicio específico. A través de esta organización se responde a las necesidades espirituales y humanas de la comunidad y se preparan a los internos como líderes que sirven a la comunidad. Poco a poco esta comunidad está encontrando sentido a su dura experiencia de reclusión, y está encontrando también su voz.
Muchos preguntarán, parafraseando a Natanael: “¿De la cárcel puede salir algo bueno?” A lo que contestamos, como Felipe: “Ven y lo verás.”[i]
EL RECLUSORIO DE TEHUANTEPEC: UN EXPERIMENTO SOCIAL
El Reclusorio Regional de Tehuantepec, Oaxaca, no es un reclusorio común y corriente. Como cualquier grupo marginado, los internos han luchado por transformar su situación, organizándose para responder a sus necesidades básicas y construir una comunidad. La Iglesia les acompaña en su lucha. Gracias a la intervención del entonces Obispo Diocesano, Mons. Arturo Lona Reyes, desde hace unos años se permite a las familias de los internos pasar mucho tiempo adentro todos los días. Así que además de los más de 400 internos, en cualquier día hay más de 100 familiares en el reclusorio. Por otro lado, aunque los internos están divididos por sectores (mujeres, hombres, procesados, sentenciados, fuero federal, fuero común), las rejas que dividen los sectores quedan abiertas todo el día y solo se cierran por la noche. Todo esto permite la libre circulación de internos y familiares dentro del penal. Hay tiendas de abarrotes, comedores, taquerías, paleterías, etc. La presencia de niños dentro del penal ayuda mucho a tranquilizar el ambiente; el nivel de violencia es relativamente bajo. (Claro que a los niños les afecta estar allí; es difícil para ellos tener que ver y oír y oler lo que hay en una cárcel.) Hay un ambiente comunitario que no existe en otros penales. ¡En ningún lado se celebran con más alegría las Posadas! ¡En ningún lado se celebra con más fervor el Vía crucis viviente!
CONTINUARÁ…..
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